Nuevo domingo de manifestaciones en Bielorrusia mientras Lukashenko se mantiene firme

Por Servicios Combinados- La oposición bielorrusa vuelve a salir a las calles para un quinto domingo de movilización contra el presidente Alexander Lukashenko que, lejos de retroceder ante este histórico movimiento de protesta, endureció el tono y busca el apoyo de Moscú.

Pese al cansancio ante un jefe de Estado que descarta cualquier diálogo, los opositores al poder bielorruso aún esperan ser decenas de miles en las calles de Minsk a partir de las 14h00 (11h00 GMT) para denunciar la elección presidencial del 9 de agosto, que consideran fraudulenta, y la brutal represión de las manifestaciones que siguieron.

Lukashenko, que denuncia un complot occidental desde el inicio de estas protestas, busca cada vez más el apoyo de Moscú, que parece dispuesto a brindárselo, como lo demuestra la visita esta semana a Minsk del primer ministro ruso Mijaíl Mishustin.

Esta semana estuvo marcada por la severa respuesta de las autoridades a las manifestaciones de estudiantes.

Desde el inicio del año escolar, el 1 de septiembre, los estudiantes se pusieron en huelga y llevaron a cabo varias acciones con los colores rojo y blanco de la oposición para denunciar el poder de Lukashenko, que dirige el país con mano de hierro desde hace 26 años.

Varias decenas de estudiantes y periodistas bielorrusos fueron fueron arrestados.

El sábado, unas 4.000 personas se manifestaron por las calles de Minsk y 91 fueron detenidas, según el ministerio del Interior de Bielorrusia.

"Recordad que somos fuertes mientras estemos unidos", declaró en un breve mensaje de vídeo la líder de la oposición, Svetlana Tijanóvskaya, refugiada en Lituania y que se considera ganadora de las elecciones.

Fue tras su llamado que los bielorrusos se reúnen todos los domingos en Minsk para expresar su oposición a Lukashenko.

Estas manifestaciones históricas reunieron a más de 100.000 personas, un récord en la historia del país.

El viernes, Tijanóvskaya pidió a la comunidad internacional sanciones contra el régimen de Lukashenko y el envío de una misión de la ONU para "documentar" las violaciones de derechos humanos, la represión de las manifestaciones que han dejado tres muertos y decenas de heridos, así como las denuncias de numerosos casos de tortura y malos tratos.

Lukashenko, de 66 años, se mantiene firme y aparece regularmente con un fusil automático en la mano para denunciar a las "ratas" que se manifiestan en su contra, mientras pide ayuda a Rusia.

Moscú, que ha denunciado la injerencia occidental desde el inicio de la crisis, intensificó su apoyo con la visita a Minsk el jueves de Mijaíl Mishustin.

El primer ministro ruso no hizo grandes declaraciones pero su viaje fue el primero de este nivel desde el inicio de la crisis.

Vladimir Putin ya prometió enviar fuerzas rusas a Bielorrusia si las protestas se intensifican y está prevista una reunión con Lukashenko "en las próximas dos semanas", según el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov.

Lukashenko también parece dispuesto a hacer cualquier cosa para complacer a su vecino ruso, del que fue un aliado durante años, a veces turbulento.

Durante su reunión con Mishustin, dijo que sus servicios habían interceptado una comunicación entre Berlín y Varsovia que demostraba que el envenenamiento del oponente ruso Alexéi Navalni, hospitalizado en Berlín, era una "falsificación" occidental para disuadir a Moscú de intervenir en Bielorrusia.

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